Complot! – “R.I.P.” (EP 2024)
- Witch Hammer

- Oct 11
- 5 min read
Review written from the ruins of the last sonic bombardment.
The ground still trembles after listening to R.I.P., Complot!'s dirge. I must admit that every Complot work blows my mind, that war cell that emerged in Montreal and decided to die screaming. There's no redemption here, no truce, no hope: just a final roar that drags with it the remains of the front, the twisted metal, the charred flesh, and the echoes of the fallen. I take this EP as a farewell; or rather, as a final execution. A manifesto of voluntary death, a controlled detonation where the band decides to bury itself with its own weapons.
Complot! maintains its doctrine: noise as strategy, chaos as dogma.

The guitars are machine guns firing bursts without a pattern. It's incredible how intense the solos are, they leave me breathless. The drums are like a cannon that recognizes neither friend nor foe, and the voice—that voice—resonates like a frenzied leader giving instructions amid chaos and violence.
Nothing in R.I.P. seeks to please. Everything hurts. Everything hits.
The noise condenses like an explosive device; each chord is a piercing piece, each vociferation a splinter.
R.I.P. consists of seven hymns to desolation. Each title is a military order, each song a battle front. The EP culminates like a mission accomplished—in the most ruthless sense. The journey through these four themes is a chronology of internal and external war:
mobilization → suffering → ruin → exposure → extinction → impact → silence
Mobilisation – The roar of the awakening of war. The march toward the enemy line. It's the moment when the cannons fire and fear dissolves into gunpowder. A call to form ranks in hell.
Figé dans la souffrance – The frozen hell of pain. There is no movement here, only the echo of the wounded trapped under shrapnel. It is the second act of war: when pride is shattered and flesh becomes testimony.
Enfoui sous les ruines – The collapse. The earth swallowing up bodies, dust covering what once had a name. It's the image of empty victory: ruins upon ruins, with no one left to celebrate.
Écorché au grand jour – The brutal epilogue. The soldier flayed before the sun, exposed to the gaze of the enemy. It is the warrior's final confession: "We died so that the noise would not die."
L’ultime sacrifice — Ritual of annihilation. Brief, sharp, like a bayonet plunging metal into the heart of the song. The sacrifice isn't noble here: it's necessary and without solemnity.
Dans l’œil du canon — Focused on the point of impact. The theme conveys the tense calm before the final boom: look into the eye of the barrel and receive the direct blast.
Neutralisation — Operational lockdown. It's not peace: it's a tactical blackout. Neutralization means erasing traces, planting flags in still-smoldering rubble.
On R.I.P., the band immolates itself standing tall, not pleading or dissolving into silence; it destroys itself with surgical precision, leaving a crater behind. There's an evident intention: to turn the end into an act of war; it's not "rest in peace," it's "rest in ruins." Every drum beat is a controlled explosion, every vocal line a knife-carved epitaph.
This final sonic assault feels like a final communiqué: "We were fire, and we didn't ask to survive. Let our ashes serve as ammunition."
R.I.P. isn't an album to be listened to; it's territory to be traversed. A fourteen-minute all-out offensive where the structure collapses, the melody surrenders, and the listener is left exposed, without refuge.
It's confirmation that Complot! understood war metal as what it was always meant to be: not a genre, but a sonic battlefield.
In their final act, the band offers his corpse as a relic and his noise as a legacy.
And among the crackles of distortion, a voice in French can still be heard shouting through the smoke:
“Mobilisation éternelle… jamais la paix.”
-Witchhammer Fanzine.
_______________________________________________________
SPANISH:
Reseña escrita desde las ruinas del último bombardeo sonoro.
El suelo aún tiembla después de escuchar R.I.P., el canto fúnebre de Complot!, debo admitir que cada trabajo de complot me vuela la cabeza, esa célula de guerra surgida en Montreal que decidió morir gritando. No hay redención aquí, ni tregua ni esperanza: solo un rugido final que arrastra consigo los restos del frente, el metal retorcido, la carne chamuscada y los ecos de los caídos.
A este EP lo tomo como una despedida; o mas bien como una ultima ejecución. Un manifiesto de muerte voluntaria, una detonación controlada donde la banda decide sepultarse con sus propias armas.
Complot! mantiene su doctrina: el ruido como estrategia, el caos como dogma.

Las guitarras son ametralladoras que disparan ráfagas sin patrón,es increíble lo intensos que son los solos, me dejan sin aliento, la batería es como un cañón que no reconoce a amigos ni adversarios, y la voz —esa voz— resuena como un líder frenético dando instrucciones en medio del caos y la violencia.
Nada en R.I.P. busca complacer. Todo hiere. Todo golpea.
El ruido se condensa como un artefacto explosivo; cada acorde es un trozo que perfora, cada vociferación una esquirla.
R.I.P. consta de siete himnos a la desolación. Cada título es una orden militar, cada canción un frente de combate. El EP culmina como una misión cumplida —en el sentido más despiadado. El recorrido de estos siete temas es una cronología de la guerra interior y exterior:
movilización → sufrimiento → ruina → exposición → extinción → impacto → silencio
Mobilisation – El rugido del despertar bélico. La marcha hacia la línea enemiga. Es el momento en que los cañones se encienden y el miedo se disuelve en pólvora. Un llamado a formar filas en el infierno.
Figé dans la souffrance – El infierno congelado del dolor. Aquí no hay movimiento, solo el eco de los heridos atrapados bajo metralla. Es el segundo acto de la guerra: cuando el orgullo se rompe y la carne se convierte en testimonio.
Enfoui sous les ruines – El colapso. La tierra tragando los cuerpos, el polvo cubriendo lo que alguna vez tuvo nombre. Es la imagen de la victoria vacía: ruinas sobre ruinas, donde no queda nadie para celebrarla.
Écorché au grand jour – El epílogo brutal. El soldado desollado ante el sol, expuesto a la mirada del enemigo. Es la confesión final del guerrero: “morimos para que el ruido no muriera”.
L’ultime sacrifice — Ritual de aniquilación. Breve, afilado, como una bayoneta que hunde el metal en el pecho de la canción. El sacrificio no es noble aquí: es necesario y sin solemnidad
Dans l’œil du canon — Centrado en el punto de impacto. El tema transmite la calma tensa antes del estruendo final: mira al ojo del cañón y recibe la detonación directa.
Neutralisation — Cierre operativo. No es paz: es apagón táctico. La neutralización es borrar huellas, plantar banderas en escombros aún humeantes.
En R.I.P., la banda se inmola de pie, no implora ni se disuelve en silencio; se destruye con precisión quirúrgica, dejando tras de sí un cráter. Hay una intención evidente: convertir el fin en un acto de guerra, no es “descansen en paz”, res “descansen en ruinas”. Cada golpe de batería es una explosión controlada, cada línea vocal un epitafio tallado a cuchillo.
Este último ataque sonoro se siente como un comunicado final: “Fuimos fuego, y no pedimos sobrevivir. Que nuestras cenizas sirvan de munición.”
R.I.P. no es un disco para escuchar; es un territorio que se atraviesa. Una ofensiva total de catorce minutos donde la estructura colapsa, la melodía se rinde y el oyente queda expuesto, sin refugio.
Es la confirmación de que Complot! entendió el war metal como lo que siempre debió ser: no un género, sino un campo de batalla sonoro.
En su último acto, la banda entrega su cadáver como reliquia y su ruido como legado.
Y entre los cascotes de distorsión, aún se oye una voz en francés gritar entre el humo:
“Mobilisation éternelle… jamais la paix.”

Links:






Comments